Mamatlan, el despertar de Quetzalcoatl
Amatlan me enseñó la nobleza de invitarme a sus tierras en plena oscuridad, cuando ni siquiera sabía que en México habían montañas.
Tal era mi ignorancia sobre este territorio que me abrió sus puertas con una generosidad escalofriante.
Aquí conocí el poder de la regeneración.
En este territorio que, sin esfuerzo, muda de piel de manera radical con o sin agua.
Y me enseñó a regenerar mi cuerpo físico después de mi cita con la muerte.
Y me enseñó a regenerar mi mente, expandiendo el límite de mis posibilidades.
Me ayudó a regenerar mi energía por medio de tantas experiencias.
Y me ayudó a regenerar el corazón, enseñándome que la verdadera fidelidad es ante todo a mí misma.
Amatlan me enseñó la nobleza de corazones generosos dispuestos a compartir.
Espejos fuertes que me dieron grandes lecciones y oportunidades que nunca creí posibles.
Me conmueve el amor, la incondicionalidad, libertad, respeto, profundidad, diversión y cariños que tienen mis amigos de Amatlan conmigo, que sin duda, es también un reflejo de cómo yo me comparto con ellos.
No tengo palabras ni me cabe el alma en el cuerpo para describir y expresar cuánto los amo.
En Amatlan conocí la acogida real por parte de la comunidad de Qi Gong, el reconocimiento mutuo desde la danza y el Calpulli Xochiyolotl, la espontaneidad y libertad de amarnos en nuestra autenticidad de parte de mi tribu favorita Amatlantis y de otros allegados.
Amatlan me cambió la vida, ayudándome a regresar al corazón de mis sueños, de amarme a mí misma.
El camino de Quetzalcoatl lo transito desde siempre aunque con otros nombres.
Y sé que él no se enoja ni siente celos por las formas.
En la Unidad del Corazón del Espíritu todo es Amor y no se trata de hippismos ni modas New Age.
Todo lo contrario.
Quetzalcoatl sabe a qué me refiero.
Amatlan me devolvió la valía y la guía del camino auténtico del corazón.
No hay nada que defender ni corazas que sostener cuando se camina con el corazón abierto.
Amatlan me enseñó que mi presente es mi hogar y que tener expectativas sobre las personas es una fuga de energía. Porque cuando el Ser necesita recordar, los maestros llegan de todos los colores a sorprendernos y frustrarnos, a amarnos y cuidarnos.
Me recordó que la libertad es elegir mis sueños y que lo sagrado vive en cada pulso de la vida.
Me recordó a validar y honrar a mi niña que siempre supo que todo está vivo y podía identificar intuitivamente lo que es real.
Me recordó que somos Uno y el camino más importante es el camino del corazón.
Amatlan me recordó cómo confiar en mi intuición, en la vida, en la naturaleza.
Me enseñó a transitar mi propia espiritualidad viva, sagrada, cotidiana, real, simple y natural.
Más allá de los nombres.
Más allá de las formas.
Amatlan me devolvió el derecho a ser lo que Soy.
A reconocer que me había sentido como mango en la nieve y que estoy lista para ser mango en la costa.
Amatlan me enseñó a validarme y me ayudó a reconocer mi creatividad, mi propia nobleza, mi belleza, mi amor, a tomarme a pesar de todo, a elegirme aún sin saber cómo, aún con resistencias, aún con incertidumbre.
Me enseñó a reconocerme en mi luz y mi oscuridad, en mi humildad y en mi grandeza, en el miedo y la certeza.
Gratuitamente me regaló tanto, me bendijo tanto.
Solo Amatlan sabe todo lo que compartimos en la intimidad del Espíritu y a lo que me refiero más allá de las palabras.
Las montañas son testigo de mi camino, mis decisiones, acciones e intenciones.
Ante el Gran Espíritu y estos guardianes declaro mi compromiso de continuar el camino del corazón y pido guía, asistencia y protección para identificarlo con claridad, para atravesar el miedo y la adversidad, elegir la verdad y el amor en acción.
Mi corazón y mi consciencia están en paz, porque las montañas saben quién soy y lo que hago.
Me siento respaldada.
En Amatlan recuperé mi familia elemental.
Aprendí a llamar "abuelo" al fuego, al cacao y al tabaco.
Aprendí a llamar "abuelas" a las piedras del sagrado temazcalli,
"hermanos" a los animales y plantas.
Reconocí a la divinidad misma en el agua y en el viento.
Aprendí a reconocer como guardianes a las rocas y así podría ser al infinito, solo para recordarme lo bendecida que soy al caminar segura por el mundo, sabiéndome Una con todo lo que es.
En Amatlan encontré mi tribu y aprendí a formar una manada de diversas especies y personalidades.
También aprendí a resignificar a mi manada del pasado y todavía estoy aprendiendo a integrar ambas en el corazón.
Me encanta mi manada, la honro, la agradezco y la llevo en mi corazón liberando a cada quien para que elija libremente sus caminos.
Qué bendición sentir que el techo son las estrellas y las paredes, las montañas.
Amatlan me demostró que soy creadora de mi realidad y que entregada al amor, creo cosas grandiosas.
Que estoy llena de recursos y que estoy lista para ir donde quiera y jugar con libertad.
Amatlan me enseñó la nobleza, del camino del Espíritu aunque no se entienda.
Su energía femenina y sus montañas me acogieron como una madre que al final, me abrió sus brazos con total incondicionalidad, para entrar y salir de su territorio con total libertad cuando quiera.
Soy tan afortunada por lo valioso que me entrega la vida cada día.
Desearía de corazón que todas las personas de este planeta puedan sentirse así al menos un día de su vida, ante el reconocimiento profundo de lo sagrado de sus vidas tal como son.
En paz continúo mi camino, deseando dejar flores y bendiciones en cada paso.
Gracias.
Agradezco tus palabras y honro tu camino. Me emociona la expresión genuina y hermosa de tu ser. La generosidad del compartir lo vivido y la invitación y deseo profundo de que cada ser lo experimente en su vida. Me siento profundamente agradecida de sentir y comprender lo que compartes. Ya nos encontraremos y abrazaremos y como dice el papá, cuenta con nosotros 🩵🦋🐋🩵
Que bella y profunda reflexión. Admiro y honro tu camino en fidelidad, apertura confiada y siguiendo el llamado de tu corazón. Ya nos encontraremos para compartirnos y acogernos en un abrazo de corazón a corazón. Cuenta siempre conmigo y con nosotros. Un abrazo y beso gigante. 😘😘