Saltar al vacío con las manos vacías
Con la moda de la New Age, muchos conceptos y frases se han puesto de moda; “aprende a fluir”, “atrévete a confiar”, “atraviesa tu sombra”, “trasciende tu ego”… pero, ¿sabemos realmente lo que significan estas frases? ¿Somos capaces realmente de llevar estas palabras a nuestra vida cotidiana permitiendo que se conviertan en nuevos paradigmas que nos ayuden a llegar más lejos, de la manera más libre y amorosa posible?
En esta oportunidad sólo hablaré de la confianza, ya tendremos tiempo para las demás.
Durante mucho tiempo yo misma dije; “yo confío en la vida”. Sin embargo, vivía constantemente pendiente de lo que las personas a mi alrededor hacían o dejaban de hacer y, cuando me ocurrían situaciones que no salían como yo esperaba, me sentía nerviosa, tensa y me juzgaba a sí misma y a los demás. Muchas veces me tomaba las situaciones personalmente y, consciente o inconscientemente, comenzaba a defenderme.
¿Cómo es posible que una persona que dice confiar en la vida reaccione de esa manera ante una situación que no espera? Comencé a sentir la incongruencia en mí. Vivir en confianza no significa que no sintamos miedo ni incertidumbre. Cuando las cosas no salen como esperamos –o salen a veces “peor”-, es normal que nuestra primera reacción sea de alerta, frustración o desconcierto y queramos “huir o luchar”. Es normal sentir miedo, nerviosismo y tensarnos por eso. Es normal que nuestra mente busque culpables, porque nuestro ego necesita constantemente juzgar las situaciones y personas y, según la relación que tengamos con nosotros mismos, nos culparemos a nosotros o buscaremos culpables a fuera para liberar la tensión interna que parece insostenible.
La clave al final, es mirarnos con honestidad y aceptar nuestra realidad con autenticidad; ese es el primer paso para vivir con integridad personal. Según mi experiencia, es la falta de integridad personal la primera causa de enfermedad.
Si realmente confiáramos en la vida, entonces caminaríamos con el corazón abierto para recibir las experiencias tal y como se nos presentan –y no sólo como a nosotros nos gustaría que se presenten-. Como lo mencioné recién, no significa no sentir miedo o incertidumbre, nerviosismo o tensión. Significa que aún sintiéndonos de esa forma, somos capaces de aceptarlo y podemos abrir nuestros brazos para abrazar lo que viene. Aún así, somos capaces de aceptar la vida como se nos presenta abriéndonos a comprender que al final, solo aceptando el momento presente podemos realizar los cambios que consideramos necesarios para conseguir lo que deseamos.
La invitación de hoy es atreverse realmente a confiar en que aquello que nos está pasando, es lo mejor que ahora nos podría estar ocurriendo. Aunque pensemos que eso no va a cambiar, aunque nos lo tomemos personal al principio, aunque no lo comprendamos y tengamos resistencias, aunque sintamos que no podemos, aunque no nos sintamos suficientes para enfrentar esa situación, aunque al principio no puedas verlo… desde esa aceptación y confianza, te invito realmente a atreverte a saltar al vacío con las manos vacías y abrir el corazón para abrazar todos los regalos que la vida tiene para ti en este momento.