Acompañar tu duelo
El Ser Humano es un misterio en su propia complejidad.
La vida es un misterio que al menos a mí cada día me asombra más.
Lo que sé y entiendo es que todos estamos aquí por un ratito, que todos nacemos y morimos y que, más allá de las creencias personales, esta vida es un pequeño paréntesis en la existencia.
El Ser Humano es maravilloso en su capacidad de sentir.
Ama tan fuerte que se quema de amor.
Cuando murieron la señora y la hija de Facundo Cabral en un accidente (creo que fue aéreo), Teresa de Calcuta (con quien se conocían) lo llamó para decirle algo así como “Facundo, estás en un tremendo problema, ¿qué vas a hacer con todo el amor que te sobra? Vente a Calcuta”.
El amor más profundo tal vez sea ese amor que permite que el camino del otro se desarrolle como el otro lo necesita, con total desapego de las propias expectativas. Ese amor, que permite al otro vivir lo que le corresponde y acepta que solo podamos acompañarlo sin intervenir, tal vez sea el más difícil y sin duda el más incondicional.
Qué difícil amiga/o lo que estás viviendo y aprendiendo y al mismo tiempo, que profundo y sagrado; la aceptación de la vida en su máximo misterio.
Honro de corazón lo que están viviendo.
Te acompaño en este caminar con el corazón abierto para abrazar la incertidumbre, el miedo, el dolor y el amor. El cansancio del cuerpo y la mente que no entiende, desgastando su energía en fantasías para tratar de consolar el corazón. No hay mayor acto de confianza que rendirse a lo que es. Y rendirse no es perder la esperanza desde la resignación, sino aceptar y soltar tan profundamente que permites que el misterio y milagro de la vida se manifieste con completa libertad como lo necesita en ese momento.
Qué ganas de acunarte, para ayudarte a descansar y puedas al fin soñar, que en el mundo más allá de la forma, también se pueden comunicar.
Cuando la mente suelta el control el camino del alma se manifiesta.
Te abrazo amiga/o, de corazón a corazón y en el silencio desde el amor sostendré esta intención.
Con profundo amor, Coté.
Por: María José Rosselot A.